lunes, 4 de mayo de 2015

El ensanche de Madrid

Nueva aportación al blog realizada por Itziar S.

A mediados del Siglo XIX, Madrid, como capital de España, tenía unas necesidades y aspiraciones de renovación y se comenzaron a desarrollar nuevas infraestructuras. Con la llegada del ferrocarril (1851) y de las aguas del Canal de Isabel II (1852), llevaron a una buena parte de la clase política a plantear las ventajas y facilidades que traería consigo la expansión de la ciudad, razón por la que en 1860 fue aprobado el ensanche de Madrid. Tres años antes se había proyectado por el ingeniero Carlos María de Castro el Plan de Castro, que es como conocemos el Ensanche de Madrid del Siglo XIX. Este iba un suponer pasar de las 800 hectáreas de extensión que entonces tenía Madrid a nada menos que 2.294 hectáreas, es decir, ganaría Madrid 1494 hectáreas, o lo que es lo mismo su superficie sí multiplicaría por tres.

El ensanche consistía en una retícula ortogonal orientada en dirección norte-sur, que no alteraba y el crecimiento natural de ciudad en dirección hacia el Este. Presentaba las siguientes características:

  • Traslado del centro urbano de la plaza de Cibeles: la disposición de la retícula no alteraba el crecimiento natural de la Ciudad que desde la Edad Media se venía produciendo en sentido Este, si bien, el centro urbano sufrió ligero desplazamiento desde la Puerta del Sol hasta la plaza de Cibeles.
  • La manzana regular es la edificación característica del ensanche: la agrupación de manzanas regulares permite crear una retícula ortogonal con grandes calles paralelas y transversales, a la vez que permite establecer grandes espacios abiertos y plazas, como grandes edificios públicos y asistenciales. Además, la manzana regular era achaflanada por sus vértices y contaba con un gran patio interior destinado a facilitar la iluminación, la ventilación y las condiciones higiénicas de las viviendas. Sin embargo, pocas manzanas del ensanche se construyeron con estos chaflanes y patios interiores, ya que los promotores aprovecharon al máximo la superficie edificable.
  • Se establecen tres tipos de calles: las principales de 30 metros de ancho, las secundarias de 20 metros de ancho, y las más estrechas de 15 metros.
  • Se crean plazas, zonas libres y jardines. En el ensanche de Castro se da mucha importancia a la creación de espacios libres con el fin de renovar el aire y mejorar las condiciones higiénicas y sanitarias de la ciudad.
  • Delimitación del ensanche mediante un foso de segregación. Quizá este fue uno de los aspectos menos innovadores del ensanche, pues al igual que la cerca de 1625 había tenido constreñida la ciudad, el ensanche también se delimitaría con la construcción de un foso que viniera a evitar el contrabando y la evasión de impuestos municipales. Con posterioridad, sobre este foso se dispusieron las avenidas de la Reina Victoria, Raimundo Fernández de Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvela y Doctor Esquerdo.
  • Zonificación residencial del ensanche en base a criterios sociales y económicos. Esta zonificación todavía se puede ver en el ensanche:
    • Los barrios del norte, a uno y otro lado de la Castellana se destinaron a las clases altas. 
    • Los de Salamanca y Chamberí a las clases medias. 
    • Tras el parque del Retiro, al sur de la calle de Alcalá, se estableció un barrio para las clases populares por sus accesos incómodos; la zona de Delicias se destinó a uso industrial y abastecimiento; para la zona de Vallehermoso se habían previsto infraestructuras militares y, por último, el sur se destinó a usos agropecuarios.

La construcción del ensanche fue lenta, se prolongó entre las décadas de 1860 y 1930, razón por la que el proyecto original sufrió numerosas alteraciones. Además, en este mismo periodo de tiempo, y junto a los barrios del ensanche, comenzaron a edificarse los nuevos barrios de Argüelles y de Alfonso XII sobre antiguos terrenos que habían pertenecido a la Corona.

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